Debutando en la dirección, Robert Eggers, nos da un ejemplo de como hace una película de terror sin tener que recurrir a los tópicos habituales. Terror atmosférico, que va calando poco a poco en el espectador, con sutilezas dentro de cada plano, hace que llegues a puntos muy altos de inquietud, desasosiego e intensidad dramática.
En los albores de la colonización americana por parte de los ingleses, una familia ha sido expulsada de la congregación religiosa en la que viven. Se apartan a una solitaria granja en medio de un bosque, donde la tierra no es agradecida, y están al borde no solo de la ruina, sino también de la hambruna. En medio de un juego, Thomasin, la hermana mayor pierde en extrañas circunstancias al bebe de la familia. Hecho que el padre justifica a través de un lobo que ronda por el bosque, sin embargo, la realidad puede ser mucho más cruel, y el mal parece estar acechandolos detrás de cada árbol del bosque.
Si vas buscando el susto fácil, donde la película te sorprende con la subida de volumen, o con la aparición de una cara o un ser monstruoso de repente en primer plano, alejate de esta película, no es lo tuyo. Sin embargo, si te gusta que te pongan en situación, que veas la realidad de los personajes, puedas a llegar a comprender sus conflictos, y sobretodo, puedas llegar a sentir lo mismo que pasan ellos en pantalla, sin duda esta es tu peli. Una peli que hace las delicias de los mayores fans del genero, y de los que se quieren acercar a el de una manera distinta, huyendo de los tópicos clichés. Hay más fuerza en la fotografía, en la puesta en escena, y en la sutileza de algún diálogo o situación, que en ningún susto que te puedas llevar en cualquier otra película de terror.
Casi todo en al película esta justificado. Hasta el más pequeño dialogo o situación pueden tener su relevancia a lo largo del film. Un film que arranca en unos primeros 20 minutos donde se nos presenta a la familia y su situación social y económica, para pasar al resto de la película, donde como he dicho al principio, el desasosiego hace acto de presencia, y no hace otra cosa que ir creciendo hasta un final digno de lo que toda la película significa, que es un clásico instantáneo del terror.
La película esta protagonizada por un puñado de actores semidesconocidos. Pero todos están bien en su papel. Anya Taylor-Joy lo borda como hija mayor. En ella recae gran parte del peso de la pelicula y sin duda sin su excepcional trabajo estaríamos hablando de otra película muy distinta. Ralph Inelson como el padre, también se lleva su parte de protagonismo, y junto a su grave voz, también hace un papel estupendo, al igual que la madre, Kate Dicckie. Y los mellizos, con su trabajo y su aspecto, hacen que la pelicula pase finamente por el lado del terror infantil (ojo no para niños, sino con niños terroríficos).
En definitiva, una estupenda pelicula de terror, un aire fresco de mal-buen rato, que llegado a su final, estas deseando que continúe para saber que va a pasar a continuación, y eso aunque se quede muy claro lo que la lógica de las imágenes te dice que va a pasar. No es una peli perfecta, esta claro, pero sí que es un buen ejemplo de como debutar en la dirección por la puerta grande.
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