martes, 15 de octubre de 2013

Sitges 2013: Deserciones y descubrimientos

Una nueva crónica de manos de Gerard Fossas:

Los inicios de semana siempre son duros y en el Festival de Sitges no se ha vivido ninguna excepción. El lunes ha venido marcado por las salas prácticamente vacías (sobre todo en las sesiones de la mañana) pero también por la puesta en sociedad de dos películas que están dando mucho que hablar, como Coherence y BorgmanEl martes en cambio ha sido posiblemente el día con la programación más delirante que he visto en los cuatro años que llevo viniendo acreditado al festival. Pero vayamos por partes.
Borgman ha resultado ser un misterioso y perturbador home invasión que muchos se empeñan en comparar con Canino, mientras que Coherence se ha destapado como un sci fi de altos vuelos que parte de una premisa tan sencilla como una cena de amigos en una casa. Y hasta aquí voy a leer porque realmente son dos películas pequeñas que merece mucho la pena descubrirlas sin saber absolutamente nada de ellas y dejarse llevar por su atmósfera hipnótica y su desarrollo sorprendente.
El martes ha resultado otro cantar porque la programación ha sido la siguiente: Wrong Cops de Quentin Dupieux (su tercera presencia en el festival tras despertar carcajadas y iras a partes iguales con sus inclasificables Rubber y Wrong), Only God Forgives (la segunda colaboración consecutiva entre Nicholas Winding Refn y Ryan Gosling, después de comerse el mundo con Drive), Real (un sci fi en forma de laberinto mental de un Kiyoshi Kurosawa estancadísimo), A Field in England (del británico Ben Whitley que presenta su film más filosófico e independiente en su tercera participación consecutiva en Sitges) y la también muy esperada L’Étrange Couleur Des Larmes De Ton Corps, de los directores de la celebradísima Amer. Y todas han coincidido en la bipolaridad de opiniones que han despertado entre el público pero, sobre todo, en que muchísima gente ha ido desfilando de la sala en todas las proyecciones.
Real y A Field in England han resultado ser mayormente un fracaso porque básicamente no tenían que entrar en la Sección Oficial pero que lo han hecho por la importancia del nombre de sus directores en la historia del festival. L’Étrange Couleur Des Larmes De Ton Corps, en cambio, podría bien ser la película más transgresora y pasada de vueltas de este año porque básicamente es una película en la que thriller y videoarte colapsan en un delirante tour de force para los sentidos. Increíble la fotografía  y ejemplar el trabajo en el sonido (para mi gusto demasiado atronador en los altavoces del Auditori). El placer de su visionado pasa porque el espectador no se preocupe por entender la historia y se dedique a sumergirse en la belleza estética de su laberíntico recorrido, como ocurre en grandes obras maestras del cine como Inland Empire de David Lynch o El Año Pasado en Marienbad de Alain Resnais.


Sin embargo, la película del día ha sido sin duda alguna Only God Forgives, que básicamente es una absoluta obra maestra porque, guste más o menos, es perfecta. En su última película Nicholas Winding Refn consigue lo que no había logrado hasta ahora, que es llevar su estilo al punto más extremo y depurado posible. En Only God Forgives se ven las raíces de toda su filmografía, desde la brutalidad de Bronson a la belleza de Drive pasando por el hipnotismo visual y de tempo de Valhalla Rising; pero también aunando todo lo que ha aprendido de directores referenciales para él como Kubrick (de hecho el director de foto de la película es Larry Smith, que hace un trabajo incluso mejor del que hizo en Eyes Wide Shut de Kubrick) o Kitano. El film tiene un ritmo lento y se desarrolla en un espacio surreal. Se pierde muchísimo en la celebración de la estética llevada al extremo y se recrea en el valor simbólico de los pasajes. El tratamiento de la música, la composición y la simetría de los planos, la representación estoica de los actores y los valores que van asociados a sus personajes hasta el punto que prácticamente no le hacen falta diálogos…todo, absolutamente todo es un ejercicio de puro cine (y mira que odio esta maldita expresión, pero esta película es catedrática de lenguaje cinematográfico) que ya nos deja la primera obra culminante del director danés. Hasta hoy la mejor película del festival y una de las imprescindibles de este año.

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