domingo, 13 de octubre de 2013

La maldición de Chucky

No se cuantas son ya las secuelas de esta saga del muñeco diabólico Chucky, pues no he podido aguantar todas ellas. Si bien la primera me parece bastante original, y me entretiene, el resto son más de los mismo, e incluso mucho peor, donde el muñeco en muchas ocasiones cae en la autoparodia, y no llega a provocar ni la risa.
En esta ocasión, Don Mancini se vuelve a poner a los mandos de la dirección de una nueva entrega de la franquicia que el creo, dando todo un homenaje a los fans de la saga. No es que la película sea la bomba, pero por lo menos entretiene, tiene buena casquería, y nos volvemos a creer la maldad del muñeco Chucky, y eso a pesar de no aterrorizar sino es por algún momento de sorpresa con sonido alto.

Chucky es enviado a un caserón, habitado por una joven paralitica y su madre. El paquete es todo un misterio, y no saben quién lo envía. Esa misma noche la madre aparentemente se ha suicidado, aunque en realidad ha sido Chucky que vuelve a las andadas. La familia se reúne en la casa para despedir a su madre, y en lugar de eso, lo que le sirven en bandeja de plata a Chucky, es su entretenimiento favorito, asesinar, aunque en esta ocasión hay un motivo con extra que hará que Chucky, se empeñe en su objetivo.
Como he comentado, Mancini vuelve a los orígenes de la saga, y mantiene un cierto aire de tensión, acrecentado por el decorado y la localización de las escenas, ese enorme caserón en medio de una tormenta. Aunque no tenga muy reciente la primera película, si que la recuerdo con algún que otro momento de terror (aunque quizá fuera mi edad), algo que sí he echado de menos en esta entrega.
Los actores están correctos, y no lo hacen del todo mal para la poca profundidad que se le piden a los personajes de este tipo de películas. Cabe destacar a Fiona Dourif, la hija paralitica, y no porque lo haga mejor que los otros, sino por ser la hija de Brad Dourif, que es el que siempre a puesto la voz a Chucky, y que además en esta ocasión, tenemos el placer de verlo en pantalla también.
Los efectos especiales no son nada del otro mundo, y el juego de la perspectiva es bastante malo. Pero se agradece que a la hora de los asesinatos se utilicen los métodos tradicionales de salsa de tomate y demás como tan bien se hacía en los 80.

En definitiva una película que se deja ver, con cierto aire nostálgico al cine de terror de los 80, que si bien no aterroriza, bien vale para pasar un rato entretenido, y hasta hacer unas risas.


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