Apostábamos por que la segunda parte de Ted nos devolvería al Seth MacFarlane más irreverente y políticamente incorrecto después de haberse suavizado un poco en su anterior trabajo Mil maneras de morder el polvo. Y desde luego, esta segunda parte de la película que nos narra las aventuras y desventuras del osito de peluche más sin vergüenza, es políticamente incorrecta, pero tiene un problema: no arriesga nada.
Todo es igual que en la primera, no hay chistes nuevos, ni siquiera ciertos personajes que deberían de haberse renovado (como Sam J. Jones), son distintos. Seth se ha limitado a hacer la misma formula que en la primera parte. Quizá con un envoltorio algo diferente, pues apuesta por varios géneros a la vez, que pasan desde road movie, películas de juicios, hasta el thriller, pero en el fondo es todo casi igual.
La película nos cuenta como Ted, ya casado con la Vane, ahora quieren tener un hijo. Como es normal, físicamente es imposible, así que después de pasar por un intento de inseminación por parte de un donante, optan por la adopción. Aparece un problema, Ted no es considerado humano, y por lo tanto sin los derechos propios, así que no tiene opciones de adoptar. Se enfrascan en medio de un juicio por la demanda de esos derechos.
No voy a decir que la película no me ha hecho gracia. He permanecido con la sonrisa en mi cara a lo largo de casi todo la película, pero tan solo en un par de momentos ha sido cuando he podido reír (por supuesto, uno de ellos es del local de monologos). Mark Wahlberg esta correcto como en la anterior entrega. La nueva incorporación Amanda Seyfried, a pesar de que en un inició parece que no pega ni con cola en la película, al final se hace con su personaje y también esta correcta. A Seth MacFarlane, no puedo juzgarlo como actor, pues he visto la versión doblada, y en España es Santi Millán el que le pone la voz (por cierto, los chistes adaptados a nuestro país son un poco desafortunados y no pegan ni con cola). Giovanni Ribisi es el que peor parte se lleva, y no porque lo haga mal, sino porque su personaje esta mal ideado, mal llevado a la pantalla, y sobra por todas partes su subtrama. Cameos hay unos cuantos, alguno más largo que otro. Morgan Freeman es uno de ellos, y lo considero cameo, porque la verdad no se esfuerza mucho en la película. Por otro lado, como ya he comentado, el cameo de Sam J. Jones, debería de haber sido actualizado, ya no sorprende como lo hacia en su primera entrega.
En definitiva, no es una gran película, se deja ver, entretiene lo justo, y se olvida pronto. No dara muchos chistes para recordar (salvo el de los monólogos), como si lo hizo la primera parte. Se puede recomendar si te gusta Seth MacFarlane, si no es así, no seas muy exigente con la película.
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